Editorial
Los invito a tomar al otoño no solo como una cuestión meramente climatológica sino ingresar en su esencia como una estación del alma. Donde la creación tiene un adentro, un seno en el que se alojan las mil semillas que son promesas de vida.
En tiempos de impaciencia y un culto al materialismo, el otoño nos muestra su paciencia, su despojo y desapego al caerse las hojas y el bosque se vuelve transparente, es cuando se caen las palabras, cuando se detienen los deseos, cuando cesan las expectativas, y el alma se vuelve transparente de la trascendencia que le habita.
En tal sentido a nuestros auspiciantes y lectores los invitamos a continuar sembrando para así renacer, aprovechando los beneficios que nos da el caminar y vibrar en la misma senda que nos propone los tiempos otoñales.
Marcelo Farias
Director
Sumario
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